A comienzos del 2014 volví a la Universidad con una motivación extra, entré a trabajar en Motor Up, una organización de estudiantes empresarios que recientemente había creado junto a un grupo de amigos y que tuve la oportunidad de liderar. El fervor que resguardaba no se hizo esperar y convoqué la primera reunión, que consideraba, era el punto de partida para empezar a definir los primeros eventos que realizaríamos. Y llego el tan esperado martes, día que habíamos definido por consenso sería el elegido de nuestros encuentros semanales.
La 1:00 PM era la hora que marcaba el final de mi clase, y la indicada . Corrí al primer piso para ser el primero en llegar al salón del encuentro y aproveché el tiempo para acomodar la presentación que había preparado para darle la bienvenida al equipo de trabajo. Pasados diez minutos revise mi celular, mi mente empezó a imaginar y un sentimiento de frustración me recorrió, solo esperare 5 minutos, me dije mientras miraba fijamente las sillas vacías del salón.
Pasaron 25 minutos desde mi llegada, apagué el computador y las luces del salón, cruce la puerta de salida y mire como un radiante sol iluminaba con espectacularidad. Por un momento el tiempo se detuvo. Pude observar estudiantes que reían en grupos de amigos, otros comían simples pizzas como espectaculares manjares, e inclusive pude ver a uno de los planillados en la lista de asistencia de la reunión disfrutar de un relajado almuerzo, mientras discutía con alegoría.
Fue en ese momento que sucedió algo en mi interior, mientras caminaba un poco desorientado hacia una de las salidas de la Universidad. Para mi sorpresa, tomé la decisión de ir a uno de mis restaurantes preferidos a almorzar, y sin agenda en mano procedí a darme uno de los mejores banquetes del que pueda tener recuerdo.
Hace unos días nos reunimos el equipo de trabajo de Motor Up, que hoy en día es una empresa con visión de formar líderes en emprendimiento, para celebrar un año de haber iniciado nuestro sueño colectivo. Curiosamente esta fue una celebración que decidí convocar y a la cual tenía pocos deseos de asistir, fue en ese momento que recordé aquella voz interior que había cambiado mi curso un año atrás, y como ya era frecuente en mí, en los momentos de mayor confusión, decidí darme un gran regalo, el de vivir feliz.
Motor Up te invita a que te des ‘el regalo de vivir feliz’
En el emprendimiento, como en la mayoría de situaciones de la vida, los altos y bajones emocionales son partes inherente de este. Habrá momentos en los que la felicidad invadirá tu ser de tal manera que te sentirás el dueño del mundo, y que tanto tú, como tu empresa son invencibles y siempre obtendrán los mejores resultados con pocos intentos. Estos momentos se pueden dar en un comienzo temprano del emprendimiento, pero generalmente duran poco. Por el contrario, en el emprendimiento temprano encontrarás muchos problemas, frustraciones, intentos fallidos, ‘cerradas de puertas’ y en conclusión situaciones las cuales, si te dejas llevar y frenar por estas, pueden destrozar tu emprendimiento y afectarte emocionalmente en otros aspectos de tu vida.
Una de las acciones que puedes tomar para contrarrestar los malos momentos, es darte ‘el regalo de vivir feliz’. Siempre busca el lado positivo de todas las situaciones en tu vida, sácales provecho, aprende de tus errores y en los momentos de angustia, en donde tu mente y tu corazón están vulnerables por las malas experiencias, intenta darte un gusto para que pases un momento agradable; luego resuelvas llevándote contigo ese aprendizaje para tu vida.
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